¿Y si justificar tu obesidad te estuviera alejando de tu bienestar real?

Es muy fácil normalizar lo que llevamos mucho tiempo sintiendo.
La pesadez.
El cansancio.
El dolor de rodillas.
El insomnio.
El estómago inflamado.
La ropa que ya no encaja.

A veces nos acostumbramos tanto a vivir así, que empezamos a justificarnos sin darnos cuenta:
“Mi madre también tenía sobrepeso”
“Yo soy de huesos grandes”
“No estoy tan mal, podría ser peor”
“Con lo que he pasado, es normal estar así”

Y claro, hay parte de verdad en todo eso.
Pero también hay un riesgo: el de quedarte atrapada en una historia que ya no te sostiene.
Porque justificar tu obesidad no te protege… te estanca.

⚠️ 10 peligros de justificar tu obesidad (aunque sea con cariño):

1. Te desconectas de tus señales internas
   Si justificas tu peso, dejas de escuchar al cuerpo cuando te pide ligereza, descanso, desinflamación.

2. Normalizas el malestar
   Despertarte cansada, tener digestiones pesadas, vivir con dolor articular… no es normal. Es común, pero no natural.

3. Evitas mirar lo que hay detrás
   A veces el peso esconde una historia emocional no digerida. Justificarla es una forma de evitar enfrentarte a ella.

4. Refuerzas la identidad de “así soy yo”
   Y eso crea una jaula invisible: la de pensar que no puedes cambiar, que tu cuerpo es así y punto.

5. Te impide pedir ayuda
   Si lo justificas todo, nunca das el paso de permitirte un acompañamiento real, profesional, amoroso.

6. Alimentas la autoindulgencia disfrazada de autoaceptación
   Aceptar tu cuerpo no es lo mismo que resignarte. Amar tu cuerpo es también querer cuidarlo.

7. Ignoras síntomas que podrían ser importantes
   Desde desajustes hormonales hasta inflamación crónica: muchas veces, el peso es solo la punta del iceberg.

8. Desconectas del movimiento por placer
   Justificar tu sobrepeso a menudo lleva a evitar el ejercicio, como si fuese un castigo y no una medicina natural.

9. Transmites ese patrón a los que te rodean
   Especialmente si eres madre, cuidadora o referente emocional. Tus hábitos también educan.

10. Te haces pequeña en nombre del “aceptarte tal y como eres”
    Y tú no has venido a adaptarte a una versión limitada de ti. Has venido a brillar, no a sobrevivir.

🌿 Justificar no es sanar. Aceptar no es conformarse.

Claro que mereces amor tal y como estás.
Pero también mereces vivir en un cuerpo que se sienta ligero, vital, presente.
Mereces saber qué hay debajo de ese peso. Qué historia emocional estás cargando.
Y sobre todo, mereces recordar que puedes transformarte sin dejar de quererte.

✨ Y para eso, no estás sola.

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